miércoles, 11 de abril de 2012

Cuestiones hereditarias

A nadie en su sano juicio se le ocurriría que la presidencia de su comunidad de vecinos fuera un cargo vitalicio y hereditario.

Nadie con las suficientes "luces" permitiría que el director del colegio de sus hijos tuviera un puesto vitalicio y hereditario.

Nadie con dos dedos de frente propondría que la presidencia de su club de fútbol fuera un cargo vitalicio y hereditario.

Nadie con cociente intelectual normal promueve que las alcaldías sean puestos vitalicios y hereditarios.

Nadie con sentido común contempla la idea de que el presidente de su comunidad autónoma lo sea de manera vitalicia y hereditaria.

Nadie con criterio desea que la presidencia del gobierno sea vitalicia y hereditaria.

En cambio, millones de personas en su sano juicio, con suficientes "luces", dos dedos de frente, cociente intelectual normal, sentido común y criterio, consideran perfectamente normal que el máximo representante de su país lo sea de por vida para luego heredarlo su primer hijo varón. Siempre y cuando el susodicho, eso sí, sea campechano.

Y es que para muchos, lo que es así, así debe seguir.

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