jueves, 21 de abril de 2011

Vida

Miras en sus pequeños ojos y percibes mucho más de lo que ves. Te pierdes en su mirada y una extraña energía te alimenta. Aún no te habla pero tú ya lo entiendes, acaba de llegar y lo conoces desde siempre, te basta una sonrisa... y echas a volar.

Tan pequeño, tan frágil, tan dependiente de tí, y sin embargo sientes que eres tú quien depende de él. Tu sueño depende del suyo, tu alegría de su bienestar, tu felicidad de su sonrisa. Intentas expresar lo que sientes, tienes la necesidad de gritarlo, y al mismo tiempo te parece que nadie comprende del todo la intensidad de tus emociones.

Qué lejanas parecen aquellas largas semanas de espera, qué distinto es todo ahora. Soñaste con ello, lo anhelaste, te emocionaste al planearlo, te impacientaste durante la espera, le dedicaste toda tu atención, lo quisiste incluso antes de existir... y aún así ahora todo supera lo que imaginaste.

Ahora está ahí, contigo, y sientes que sólo con mirarte, tu bebé te da más de lo que nunca nadie te pudo dar. Su sola presencia ya compensa cualquier cosa que haya pasado o pueda pasar. Sentirlo respirar junto a tu pecho hace que tu vida se alimente de la vida que le das. Observar como te mira hace que, en ese momento, sientas que lo tienes todo. Y lo tienes.

Intentas analizarlo, pero no puedes. No sabes cómo lo hace, pero te tiene atrapada. Tu mundo gira alrededor de ese ser tan pequeño y grande a la vez, y sientes que no podría ni debería ser de otra manera. Tu vida ha cambiado para siempre, nunca más serás la misma. Tú y solo tú comprendes la paradoja de que cuanto más das, más tienes; cuanto más entregas, más grande te haces.

No hay palabras para describir lo que sientes. O quizás sí, y basten tan sólo dos: eres madre.

Sin intención de menospreciar al resto de madres del mundo, este texto va especialmente dedicado a María y Mariela.

2 comentarios:

  1. ¡¡Que bonito, pero que bonito, de verdad, parece que ya he leído lo mejor y siempre te superas, Te Admiro!! YM

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  2. No podría haberlo descrito mejor, suscribo cada una de tus palabras, precioso.
    Un abrazo
    Esther

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