"Ósmosis" cerebral

El oído humano, a través del cerebro, puede actuar casi como lo haría un sistema de ósmosis. Comprobarás a diario como frases con gran contenido son capaces de atravesar algunos cerebros sin dejar ninguna huella en ellos, mientras otras palabras totalmente vacías son capaces de provocar grandes reacciones.

Liderando ese grupo de "palabras vacías" se encuentran, como no, los insultos. ¿Te has parado a pensar por qué la gente reacciona así al ser insultada? Si te paras a analizarlo, verás que no tiene ningún sentido. Se reacciona así porque la sociedad así te lo ha inculcado, por ninguna otra razón. Son palabras que, independientemente de su significado, al llegar a tu cerebro actuan a modo de detonador para provocar la gran explosión.

Si alguien te dice "tengo pruebas que demuestran que nada de lo que dices es cierto", probablemente no te enfades tanto como si te dice "eres un mentiroso". Aunque existe una razón adicional (rechazar el hecho frente a rechazar a la persona), la principal diferencia es que la segunda frase contiene una de las palabras mágicas frente a las cuales nos han entrenado para reaccionar.

Que alguien te llame gilipollas no significa que lo seas, pero aún así te enfadas. Muy probablemente no te importe en absoluto la opinión de esa persona sobre tí, y aún así te molestas. Su única intención al decirlo es hacer que te enfades... y le concedes el deseo.

Más de uno, a pesar de no tener pareja, se enfada porque lo han llamado cabrón. No es que no sepa el significado de la palabra, lo sabe y le da igual. Es que ni siquiera se lo plantea. Lo han educado con la idea de que un insulto es algo intolerable, que hay que reaccionar ante él, ¡y lo hace!

¿Cambiaría en algo tu vida si ignoraras el insulto y continuaras tu camino sin siquiera enfadarte? Por supuesto que no, y además sería algo que sacaría de quicio al insultador. Aún así respondes al insulto, ya sea enfadándote, devolviéndolo, o incluso con peores consecuencias. ¿Podrías cambiar tu actitud hacia el insulto?