martes, 31 de mayo de 2011

Horizontalidad

Cuesta entender cómo es posible que organizaciones horizontales como #nolesvotes y democraciarealya puedan funcionar sin líderes, y con una eficacia que, sin ser perfecta, ya quisieran para sí las estructuras clásicas.

Nos han acostumbrado desde pequeños a las estructuras piramidales, donde un cabeza visible es el que toma las decisiones, y el resto del rebaño se limita a aplaudir. Entre el líder supremo y los vasallos de base están los vasallos intermedios, cuyo único poder (para ellos es más que suficiente) consiste en transmitir a sus inferiores la obligatoriedad de asumir el dictado que reciben de sus superiores.

Se nos ha permitido, eso sí, poder elegir a qué rebaño queremos pertenecer. Algunos, incluso, se muestran muy orgullosos de pertenecer a "su" rebaño, e incluso ladran (pese a ser ovejas y no perros) cuando ven pasar al rebaño contrario.

Con estas estructuras, las decisiones son rápidas porque no hay que consensuarlas con nadie, pero precisamente por eso tienen más posibilidades de ser erróneas. Así ha funcionado la sociedad desde siempre: siguiendo ciegamente a reyes, papas, presidentes, partidos políticos, sindicatos, etc.

¿Qué ocurre cuando hay cientos o miles de opiniones simultáneas sin líderes que marquen el camino? La primera tendencia suele ser pensar que en un grupo horizontal debe reinar el caos, pero no necesariamente es así.

De la misma manera que la selección natural va descartando las especies más débiles, las mejores ideas se propagan como la pólvora mientras que las absurdas caen en el olvido con la misma rapidez. Se trata de algo así como una inteligencia colectiva, ¿a alguien se le ocurre algo más democrático que esto?

A diferencia de una estructura piramidal, donde cuenta más quién haga las propuestas que el contenido de las mismas, en un sistema horizontal las ideas no tienen dueño. Si aportas algo con sentido, gustará a otros que repetirán o enriquecerán tu idea, y si suficiente gente la apoya, subirá como la espuma hasta ser asumida como propia por todo (o casi) el colectivo. En cambio si aportas algo irrelevante o que no guste al resto, simplemente tu idea será ignorada.

El sistema no es perfecto, desde luego. De vez en cuando aparece el "troll" de turno, cuya única finalidad es acaparar protagonismo sembrando la discordia. ¿Provienen quizás de grupos ajenos interesados en dinamitar la organización? No lo sé, ni tampoco importa demasiado. Por fortuna, la vida de un "troll" no es muy larga, y más pronto que tarde deja de recibir respuestas a sus provocaciones, se aburre y se va.

En resumen, prevalecen las ideas con las que mayor cantidad de personas se sienten identificadas. Da exactamente igual quién o quienes las hayan propuesto. Esa es la grandeza de la horizontalidad y, por oposición, la vileza de cualquier sistema piramidal, sea éste político, religioso, sindical o de cualquier otra índole.

¿Te apuntas a formar parte de un "cerebro colectivo"?

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